¡Absolutamente! Amar y aceptar a las personas con autismo es la actitud más importante que podemos tener. Es la base para una sociedad más comprensiva e inclusiva.Cuando las amamos, las vemos por quienes realmente son: individuos únicos con sus propias fortalezas, desafíos y, sobre todo, su propia forma de experimentar el mundo. El amor nos lleva a: * Entender: A buscar información, escuchar sus voces y aprender sobre el autismo desde su perspectiva. * Aceptar: A valorar sus diferencias en lugar de juzgarlas. * Apoyar: A crear entornos donde puedan prosperar, ofreciéndoles las adaptaciones y el ánimo que necesiten. * Respetar: A reconocer su autonomía, sus deseos y sus derechos.En última instancia, amar a las personas con autismo significa ver más allá de los diagnósticos y los estereotipos, y simplemente ver a otro ser humano digno de respeto, cariño y oportunidades. Es triste pensar que algunas personas tienen actitudes negativas hacia las personas con autismo, pero esto sí ocurre. Las razones pueden ser complejas, pero algunas de las más comunes incluyen:
Falta de comprensión y desinformación
Mucha gente simplemente no entiende qué es el autismo. El autismo es un espectro, lo que significa que se manifiesta de muchas maneras diferentes. Las personas autistas pueden tener estilos de comunicación, comportamientos y formas de interactuar con el mundo que son diferentes a las de las personas neurotípicas (aquellas que no son autistas). Cuando la gente no entiende estas diferencias, pueden malinterpretarlas como “rarezas”, falta de educación o incluso falta de respeto.
Estereotipos y prejuicios
Existen muchos estereotipos negativos sobre el autismo, a menudo perpetuados por representaciones poco precisas en los medios de comunicación o por organizaciones que difunden información sesgada. Estos estereotipos pueden llevar a la creencia errónea de que las personas autistas carecen de empatía, son antisociales, o no tienen deseos de interactuar, lo cual no es cierto.
Incomodidad social
Algunas personas neurotípicas pueden sentirse incómodas o no saber cómo interactuar con personas autistas debido a las diferencias en la comunicación social. Por ejemplo, el contacto visual limitado, las expresiones faciales diferentes, o los “stims” (movimientos repetitivos para autorregularse) pueden ser malinterpretados o hacer que la gente se sienta insegura sobre cómo responder.
Miedo a lo desconocido o diferente
Como con cualquier grupo marginado, el miedo a lo que no se comprende puede llevar al prejuicio. Si alguien no ha tenido contacto o experiencia positiva con personas autistas, es más probable que se aferre a ideas preconcebidas negativas.
Discriminación sistémica
A nivel social, la discriminación contra las personas autistas puede manifestarse en la falta de oportunidades laborales, barreras en la educación o la atención médica, y la exclusión de entornos sociales. Esto no es solo una cuestión de actitudes individuales, sino también de sistemas que no están diseñados para ser inclusivos.
Ignorancia sobre las fortalezas autistas
Muchas personas no son conscientes de las numerosas fortalezas que pueden tener las personas autistas, como una atención excepcional al detalle, una gran honestidad, una lógica profunda o habilidades especiales en áreas de interés. Enfocarse solo en las “dificultades” y no en las fortalezas contribuye a una visión sesgada.
En resumen, el “odio” o la aversión hacia las personas autistas suele surgir de la falta de conocimiento, los prejuicios, y una sociedad que a menudo no está preparada para aceptar y celebrar la neurodiversidad. La educación y la exposición a las experiencias reales de las personas autistas son clave para combatir estas actitudes negativas y fomentar una mayor aceptación e inclusión.